La Real Academia de la Lengua dará a conocer próximamente la reforma modelo 2000 de la ortografía española. Esta columna obtuvo, con carácter exclusivo, un documento reservado que revela cómo se llevará a cabo dicha reforma. El programa tiene alguna inspiración, al parecer, en un plan quinquenal que alguien propuso para la germanización del inglés. Será, pues, una enmienda paulatina, que entrará en vigor poco a poco, para evitar confusiones.
Por: Daniel Samper Pizano
La reforma hará mucho más simple el castellano de todos los días, pondrá fin a los problemas de ortografía que tienden trampas a boxeadores, economistas y arquitectos, y hará que nos entendamos de manera universal quienes hablamos esta noble lengua.
De acuerdo con el expediente secreto, la reforma se introducirá en las siguientes cinco etapas anuales: 1) Supresión de las diferencias entre c, s, z y k.- Komo despegue del plan, todo sonido parecido al de la k (este fonema tiene su definición téknika lingístika, pero konfundiría mucho si la mencionamos akí) será asumido por esta letra. En adelante, pues, se eskribirá kasa, keso, Kijote. También se simplifikará el sonido de s en este úniko signo. Kon lo kual sobrarán la c y la z: el sapato de Sesilia es asul . Desapareserá la doble c y será reemplasada por x: Tuve un axidente en la Avenida Oxidental . Grasias a esta modifikasión los españoles no tendrán ventajas ortográfikas por su estraña pronunsiasión de siertas letras.
2) Se funden la b kon la v, así komo la ye kon la elle.- No existe en español diferensia alguna entre el sonido de la b larga y la v chikita. Por lo kual, a partir del segundo año, desapareserá la v y beremos kómo bastará con la b para ke bibamos felises y kontentos. Pasa lo mismo kon la elle y la ye. Sobra la elle. Todo se eskribirá con y: Yébeme de paseo a Billeta, señor Biyar . Esta integrasión probokará agradesimiento general de kienes hablan kasteyano, desde Balensia hasta Bolibia. Toda b será de baka, toda b será de burro.
3) Erre es erre; fuera la hache; fusión de g y jota- A partir del tercer año, y para mayor konsistensia, todo sonido de erre se eskribirá kon doble r: Rroberto rregala un rradio . Asimismo, la hache, kuya presensia es fantasma es nuestra lengua, será eliminada. Nuestros ijos ya no tendrán ke pensar kómo se eskribe sanaoria, y se akabarán esas complikadas y umiyantes distinsiones entre echo y hecho . Ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante kuestión ke nos tenía aitos. Tampoko en la diferensia entre la g y la j, ke muchas beses suenan igual. Aora todo ba con jota: El jeneral jestionó la jerensia . No ay duda de ke esta sensiya modifikasión ará que ablemos y eskribamos todos con más rregularidad y más rrápido rritmo.
4) Abolisión de tildes; muerte a konsonantes finales- Orrible kalamidad del kastellano, en jeneral, son las tildes o asentos. Esta sancadiya kotidiana jenerará una axion desisida en la rreforma; aremos komo el ingles, que a triunfado unibersalmente sin tildes. Kedaran eyas kanseladas desde el kuarto año, y abran de ser el sentido komun y la intelijensia kayejera los ke digan a ke se rrefiere kada bocablo. Berbigrasia: Komo komo komo komo! Tambien seran proibidas siertas konsonantes finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano. Asi, se dira: ke ora es en tu relo? , As un hueko en la pare y La mita de los aorros son de eya .
5) Eliminasion de la d interbokalika del partisipio pasao y kanselasaion de articulos. El uso a impuesto ya ke no se diga bailado sino bailao , nacido sino nacio y venido sino venio . Kabisbajos aseptaremos esta kostumbre bulgar, ya ke es el pueblo yano el ke manda, al fin y al kabo; desde el kinto año kedaran suprimidas esas des interbokalikas ke la jente no pronunsia. Ademas, y konsiderando ke el latin no tenia artikulos y nosotros no debemos inbentar kosas que nuestro padre latin rrechasaba, kasteyano karesera de artikulos. Sera poko enrredao en prinsipio, y ablaremos komo futbolistas yugoslabos, pero despues niños, niñas de kolegios, beran ke tareas eskolares rresultan mas fasiles. Profesores terminaran benerando academicos ke an desidio aser rreformas klabes para ke seres umanos ke bibimos en nasiones ispanoablantes gosemos berdaderamente idioma de Serbantes y Kebedo.
Eso si: nunka aseptaremos ke potensias estranjeras token kabeyos de letra eñe. Eñe rrepresenta balores mas elebados de tradision kultural ispanika y primero kaeremos kadaberes ke aseptar bejamenes a simbolo ke a sio korason bibifikante de istoria kastisa.
Kon eñe ay lus en poterna y guardian en eredad!
Tomado de: www.eltiempo.com
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viernes, 18 de noviembre de 2016
miércoles, 17 de febrero de 2016
Julio Cortázar - Instrucciones para subir una escalera
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
martes, 16 de febrero de 2016
Texto literario y no literario
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jueves, 11 de febrero de 2016
Robert Louis Stevenson
(Edimburgo, 1850-Vailima Upolu, Samoa Occidental, 1894)
Escritor escocés. En la tumba de Stevenson, en una lejana isla de los
mares del Sur a la que se retiró por motivos de salud, figura grabado el
apodo que le dieron los samoanos: Tusitala, que en español significaría
«el contador de historias». En efecto, la literatura de Stevenson es
uno de los más claros ejemplos de la novela-narración, el «romance» por
excelencia.
Robert Louis Stevenson
Hijo de un ingeniero, se licenció en derecho en
la Universidad de Edimburgo, aunque nunca ejerció la abogacía. En busca
de un clima favorable para sus delicados pulmones, viajó continuamente, y
sus primeros libros son descripciones de algunos de estos viajes (Viaje en burro por las Cevennes).
En
un desplazamiento a California conoció a Fanny Osbourne, una dama
estadounidense divorciada diez años mayor que él, con quien contrajo
matrimonio en 1879. Por entonces se dio a conocer como novelista con La isla del tesoro (1883). Posteriormente pasó una temporada en Suiza y en la Riviera francesa, antes de regresar al Reino Unido en 1884.
La
estancia en su patria, que se prolongó hasta 1887, coincidió con la
publicación de dos de sus novelas de aventuras más populares, La flecha negra y Raptado, así como su relato El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886), una obra maestra del terror fantástico.
En 1888 inició con su esposa un crucero de placer por el
sur del Pacífico que los condujo hasta las islas Samoa. Y allí viviría
hasta su muerte, venerado por los nativos. Entre sus últimas obras están
El señor de Ballantrae, El náufrago, Cariona y la novela póstuma e inacabada El dique de Hermiston.
Su
popularidad como escritor se basó fundamentalmente en los emocionantes
argumentos de sus novelas fantásticas y de aventuras, en las que siempre
aparecen contrapuestos el bien y el mal, a modo de alegoría moral que
se sirve del misterio y la aventura. Cantor del coraje y la alegría,
dejó una vasta obra llena de encanto, con títulos inolvidables.
Tomado de: Biografias y vidas
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Biografía de Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha ha sido unánimemente definido como
la obra cumbre de la literatura universal y una de las máximas
creaciones
del ingenio humano. Considerado asimismo el arranque de la novela
moderna y concebido inicialmente por Cervantes como una parodia de los
libros de caballerías,
el Quijote es un libro externamente cómico e íntimamente
triste, un retrato de unos ideales admirables burlescamente enfrentados
a la mísera realidad; no son pocos los paralelos que se han querido
establecer con la España imperial de los Austrias, potencia hegemónica
destinada a gobernar el mundo en el siglo XVI y a derrumbarse en el
XVII, y con la vida de su autor, gloriosamente herido en el triunfo de
Lepanto y abocado
luego a toda suerte de desdichas.
Miguel de Cervantes (retrato imaginario de Eduardo Balaca)
A diferencia de la de su contemporáneo Lope de Vega, quien conoció
desde joven el éxito como comediógrafo y poeta y también
como seductor, la vida de Cervantes fue ciertamente una ininterrumpida
serie de pequeños fracasos domésticos y profesionales, en la que no
faltó ni el cautiverio, ni la injusta cárcel, ni la afrenta pública. No
sólo no contaba con rentas, sino que le costaba atraerse
los favores de mecenas o protectores; a ello se sumó una particular mala
fortuna que lo persiguió durante toda su vida. Sólo en sus últimos
años, tras el éxito de las dos partes del Quijote, conoció cierta tranquilidad y pudo gozar del reconocimiento hacia su obra,
aunque sin llegar nunca a superar las penurias económicas.
Biografía
Cuarto de los siete hijos del matrimonio de Rodrigo de Cervantes
Saavedra y Leonor de Cortinas, Miguel de Cervantes Saavedra nació en
Alcalá (dinámica
sede de la segunda universidad española, fundada en 1508 por el cardenal
Francisco Jiménez de Cisneros) entre el 29 de septiembre (día
de San Miguel) y el 9 de octubre de 1547, fecha en que fue bautizado en
la parroquia de Santa María la Mayor.
La familia de su padre conocía la prosperidad, pero su abuelo Juan,
graduado en leyes por Salamanca y juez de la Santa Inquisición, abandonó
el
hogar y comenzó una errática y disipada vida, dejando a su mujer y al
resto de sus hijos en la indigencia, por lo que el padre de Cervantes
se vio obligado a ejercer su oficio de cirujano barbero, lo cual
convirtió la infancia del pequeño Miguel en una incansable peregrinación
por las más populosas ciudades castellanas. Por parte materna, Cervantes
tenía un abuelo magistrado que llegó a ser efímero
propietario de tierras en Castilla. Estos pocos datos acerca de las
profesiones de los ascendientes de Cervantes fueron la base de la teoría
de
Américo Castro sobre el origen converso (judíos obligados a convertirse
en cristianos desde 1495) de ambos progenitores del escritor.
El destino de Miguel parecía prefigurarse en parte en el de su padre,
quien, acosado por las deudas, abandonó Alcalá para buscar
nuevos horizontes en el próspero Valladolid, pero sufrió siete meses de
cárcel por impagos en 1552, y se asentó en Córdoba
en 1553. Dos años más tarde, en esa ciudad, Miguel ingresó en el
flamante colegio de los jesuitas. Aunque no fuera persona de gran
cultura, Rodrigo se preocupaba por la educación de sus hijos; el futuro
escritor fue un lector precocísimo y sus dos hermanas sabían
leer, cosa muy poco usual en la época, aun en las clases altas. Por lo
demás, la situación de la familia era precaria.
Supuesto retrato de Miguel de Cervantes atribuido al poeta y pintor Juan de Jáuregui
En 1556 Leonor vendió el único sirviente que le quedaba y partieron
hacia Sevilla con el fin de mejorar económicamente, pues esta
ciudad era la puerta de España a las riquezas de las Indias y la tercera
ciudad de Europa (tras París y Nápoles) en la segunda mitad
del siglo XVI. A los diecisiete años, Miguel era un adolescente tímido y
tartamudo, que asistía a clase al colegio de los jesuitas
y se distraía como asiduo espectador de las representaciones del popular
Lope de Rueda,
como recordaría
luego, en 1615, en el prólogo a la edición de sus propias comedias: «Me
acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda,
varón insigne
en la representación y del entendimiento».
En 1551 la hasta entonces pequeña y tranquila villa de Madrid había
sido convertida en capital por Felipe II, por lo que en los años
siguientes la ciudad quintuplicaría su tamaño y población; llevados
nuevamente por el afán de prosperar, los Cervantes se trasladaron
en 1566 a la nueva capital. No se sabe con certeza que Cervantes hubiera
asistido a la universidad, a pesar de que en sus obras mostró
familiaridad
con los usos y costumbres estudiantiles; en cambio, su nombre aparece en
1568 como autor de cuatro composiciones en una antología de poemas en
alabanza
de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, fallecida ese mismo
año. El editor del libro, el humanista Juan López de Hoyos (probable
introductor de Cervantes a la lectura de Virgilio, Horacio, Séneca y
Catulo y, sobre todo, a la del humanista Erasmo
de Rotterdam)
se refiere a Cervantes como «nuestro caro y amado alumno». Otros
aventuran, sin embargo, que en el círculo o escuela de Hoyos, Cervantes
había sido profesor y no discípulo.
Soldado de Lepanto
En el año de 1569 un tal Miguel de Cervantes fue condenado en Madrid a
arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal Antonio
de Segura. La pena, corriente, se aplicaba a quien se atreviera a hacer
uso de armas en las proximidades de la residencia real. No se sabe si
Cervantes
salió de España ese mismo año huyendo de esta sanción, pero lo cierto es
que en diciembre de 1569 se encontraba en los dominios
españoles en Italia, provisto de un certificado de cristiano viejo (sin
ascendientes judíos o moros), y meses después era soldado
en la compañía de Diego de Urbina.
Pero la gran expectativa bélica estaba puesta en la campaña contra el
turco, en la que el Imperio español cifraba la continuidad
de su dominio y hegemonía en el Mediterráneo. Diez años antes, España
había perdido en Trípoli cuarenta y dos
barcos y ocho mil hombres. En 1571 Venecia y Roma formaban, con España,
la Santa Alianza, y el 7 de octubre, comandadas por el hermanastro
bastardo
del rey de España, Juan de Austria, las huestes españolas vencieron a los turcos en la
batalla de Lepanto. Fue la gloria inmediata, una gloria que marcó a Cervantes, el cual relataría muchos años después, en la
primera parte del Quijote,
las circunstancias de la lucha. En su transcurso recibió el escritor
tres heridas, una de las cuales, si se acepta esta hipótesis, inutilizó
para
siempre su mano izquierda y le valió el apelativo de «el manco de
Lepanto» como timbre de gloria.
La batalla de Lepanto
Junto a su hermano menor, Rodrigo, Cervantes entró en batalla
nuevamente en Corfú, también al mando de Juan de Austria. En 1573
y 1574 se encontraba en Sicilia y en Nápoles, donde mantuvo relaciones
amorosas con una joven a quien llamó «Silena» en sus poemas
y de la que tuvo un hijo, Promontorio. Es posible que pasara por Génova a
las órdenes de Lope de Figueroa, puesto que la ciudad ligur aparece
descrita en su novela ejemplar El licenciado Vidriera, y finalmente se dirigiera a Roma, donde frecuentó la casa del cardenal Acquaviva
(a quien dedicaría La Galatea), conocido suyo tal vez desde Madrid, y por cuya cuenta habría cumplido algunas misiones y encargos.
Fue ésta la época en que Cervantes se propuso conseguir una situación social y económica más elevada dentro de la
milicia mediante su promoción al grado de capitán, para lo cual obtuvo dos cartas de recomendación ante Felipe
II, firmadas
por Juan de Austria y por el virrey de Nápoles, en las que se
certificaba su valiente actuación en la batalla de Lepanto. Con esta
intención,
Rodrigo y Miguel de Cervantes se embarcaron en la goleta Sol, que partió
de Nápoles el 20 de septiembre de 1575, y lo que debía ser
un expedito regreso a la patria se convirtió en el principio de una
infortunada y larga peripecia.
El cautiverio en Argel
A poco de zarpar, la goleta se extravió tras una tormenta que la
separó del resto de la flotilla y fue abordada, a la altura de Marsella,
por tres corsarios berberiscos al mando de un albanés renegado de nombre
Arnaute Mamí. Tras encarnizado combate y la consiguiente muerte
del capitán cristiano, los hermanos cayeron prisioneros. Las cartas de
recomendación salvaron la vida a Cervantes, pero serían, a
la vez, la causa de lo prolongado de su cautiverio: Mamí, convencido de
hallarse ante una persona principal y de recursos, lo convirtió en
su esclavo y lo mantuvo apartado del habitual canje de prisioneros y del
tráfico de cautivos corriente entre turcos y cristianos. Esta
circunstancia
y su mano lisiada lo eximieron de ir a las galeras.
Cervantes, prisionero del rey Hassán (grabado de Eusebio Planas)
Argel era en aquel momento uno de los centros de comercio más ricos
del Mediterráneo. En él muchos cristianos pasaban de la esclavitud
a la riqueza renunciando a su fe. El tráfico de personas era intenso,
pero la familia de Cervantes estaba bien lejos de poder reunir la
cantidad
necesaria siquiera para el rescate de uno de los hermanos. Cervantes
protagonizó, durante su prisión, cuatro intentos de fuga. El primero
fue una tentativa frustrada de llegar por tierra a Orán, que era el
punto más cercano de la dominación española.
El segundo, al año de aquél, coincidió con los preparativos de la
liberación de su hermano. En efecto, Andrea y Magdalena,
las dos hermanas de Cervantes, mantuvieron un pleito con un madrileño
rico llamado Alonso Pacheco Pastor, durante el cual demostraron que
debido
al matrimonio de éste sus ingresos como barraganas se verían mermados,
y, según costumbre, obtuvieron dotes que fueron destinadas
al rescate de Rodrigo, quien saldría de Argel el 24 de agosto de 1577.
Los hermanos pudieron despedirse pese a haber fracasado el segundo
intento
de fuga de Miguel, que se salvó de la ejecución gracias a que su dueño
lo consideraba un «hombre principal».
El tercer intento fue mucho más dramático en sus consecuencias:
Cervantes contrató un mensajero que debía llevar una carta
al gobernador español de Orán. Interceptado, el mensajero fue condenado a
muerte y empalado, mientras que al escritor se le suspendieron
los dos mil azotes a los que se le había condenado y que equivalían a la
muerte. Una vez más, la presunción de riqueza le permitió conservar
la vida y alargó su cautiverio. Esto sucedía a principios de 1578.
Finalmente, un año y medio más tarde, Cervantes planeó una fuga en
compañía de un renegado de Granada, el licenciado
Girón. Delatados por un tal Blanco de Paz, Cervantes fue encadenado y
encerrado durante cinco meses en la prisión de moros convictos de Argel.
Tuvo un nuevo dueño, el rey Hassán, que pidió seiscientos ducados por su
rescate. Cervantes estaba aterrado: temía un traslado
a Constantinopla. Mientras tanto su madre, doña Leonor, había iniciado
trámites para su rescate. Fingiéndose viuda, reunió dinero,
obtuvo préstamos y garantías, se puso bajo la advocación de dos frailes
y, en septiembre de 1579, entregó al Consejo de las
Cruzadas cuatrocientos setenta y cinco ducados. Hassán retuvo a
Cervantes hasta el último momento, mientras los frailes negociaban y
pedían
limosna para completar la cantidad. Por último, el 19 de septiembre de
1580, fue liberado, y tras un mes en el que para limpiar su nombre
pleiteó contra
Blanco de Paz, se embarcó para España el 24 de octubre.
Retorno a la patria
Cinco días más tarde, después de un lustro de cautiverio, Cervantes
llegó a Denia y volvió a Madrid. Tenía
treinta y tres años y había pasado los últimos diez entre la guerra y la
prisión; la situación de su familia, empobrecida
y endeudada con el Consejo de las Cruzadas, reflejaba en cierto modo la
profunda crisis general del imperio, que se agravaría luego de la
derrota
de la Armada Invencible en 1588. Al retornar, Cervantes renunció a la
carrera militar, se entusiasmó con las perspectivas de prosperidad
de los funcionarios de Indias, trató de obtener un puesto en América y
fracasó. Mientras tanto, fruto de sus relaciones clandestinas
con una joven casada, Ana de Villafranca (o Ana de Rojas), nació una
hija, Isabel, criada por su madre y por el que aparecía como su padre
putativo, Alonso Rodríguez.
A los treinta y siete años, Cervantes contrajo matrimonio; su novia,
Catalina de Salazar y Palacios, era de una familia de Esquivias, pueblo
campesino de La Mancha. Tenía sólo dieciocho años; no obstante, no
parece haber sido una unión signada por el amor. Meses antes,
el escritor había acabado su primera obra importante, La Galatea, una novela pastoril al estilo puesto en boga por la Arcadia de
Jacopo Sannazaro ochenta años atrás. El editor Blas de Robles le pagó 1.336 reales
por el manuscrito.
Miguel de Cervantes (grabado de Fernado Selma, siglo XVIII)
Esta cifra nada despreciable y la buena acogida y el relativo éxito
del libro animaron a Cervantes a dedicarse a escribir comedias, aunque
sabía
que mal podía competir él, todavía respetuoso de las normas clásicas,
con el nuevo modo de Lope
de Vega, dueño
absoluto de la escena española. Las dos primeras (La comedia de la confusión y Tratado de Constantinopla y muerte de Selim,
escritas hacia 1585 y desaparecidas ambas) obtuvieron relativo éxito en
sus representaciones, pero Cervantes fue vencido por el vendaval
lopesco,
y a pesar de las veinte o treinta obras compuesta en esta etapa (de las
que sólo conocemos nueve títulos y dos textos, Los tratos de
Argel y Numancia), alrededor de 1600 había dejado de escribir comedias, actividad que retomaría al fin de sus días.
Entre 1585 y 1600 Cervantes fijó su residencia en Esquivias, pero
solía visitar Madrid solo; allí alternaba con los escritores
de su tiempo, leía sus obras y mantenía una permanente querella con Lope
de Vega. En 1587 ingresó en la Academia Imitatoria, primer
círculo literario madrileño, y ese mismo año fue designado comisario
real de abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible.
También este destino le fue adverso: en Écija se enfrentó con la Iglesia
por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado; en Castro
del Río fue encarcelado (1592), acusado de vender parte del trigo
requisado. Al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a
Madrid.
Pero las penurias económicas siguieron acompañándole. Nombrado
recaudador de impuestos, quebró el banquero a quien había
entregado importantes sumas y Cervantes dio con sus huesos en prisión,
esta vez en la de Sevilla, donde permaneció cinco meses. En esta época
de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote.
Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes, su esposa, sus hermanas
y su aguerrida hija natural, así como sus sobrinas, siguieron a la corte
a Valladolid, hasta que el rey Felipe III ordenó el retorno a Madrid.
El Quijote
En 1605, a principios de año, apareció en Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha.
Su autor era por entonces un
hombre enjuto, delgado, de cincuenta y ocho años, tolerante con su
turbulenta familia, poco hábil para ganar dinero, pusilánime en
tiempos de paz y decidido en los de guerra. La fama fue inmediata, pero
los efectos económicos apenas se hicieron notar. Cuando en junio de 1605
toda la familia Cervantes, con el escritor a la cabeza, fue a la cárcel
por unas horas a causa de un turbio asunto que sólo tangencialmente
les tocaba (la muerte de un caballero asistido por las mujeres de la
familia, ocurrida tras ser herido aquél a las puertas de la casa), don
Quijote
y Sancho ya pertenecían al acervo popular.
Don Quijote enloquece leyendo libros de caballerías (ilustración de Gustave Doré, 1863)
Su autor, mientras tanto, seguía pasando estrecheces. No le ofreció respiro ni siquiera la vida literaria: animado por el éxito
del Quijote, ingresó en 1609 en la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento, a la que también pertenecían
Lope de Vega y Francisco de Quevedo. Era ésta costumbre de la época, que ofrecía a Cervantes la oportunidad de obtener
algún protectorado.
En aquel mismo año se firmó el decreto de expulsión de los moriscos y
se acentuó el endurecimiento de la vida social española,
sometida al rigor inquisitorial. Cervantes saludó la expulsión con
alegría, mientras su hermana Magdalena ingresaba en una orden religiosa.
Fueron años de redacción de testamentos y contiendas sórdidas: Magdalena
había excluido del suyo a Isabel en favor de otra
sobrina, Constanza, y Cervantes renunció a su parte de la finca de su
hermano también en favor de aquélla, dejando fuera a su propia
hija, enzarzada en un pleito interminable con el propietario de la casa
en la que vivía y en el que Cervantes se había visto obligado a declarar
a favor de su hija.
A pesar de no conseguir siquiera (como tampoco lo logró Góngora)
ser incluido en el séquito
de su mecenas el conde de Lemos, recién nombrado nuevo virrey de Nápoles
(el cual, sin embargo, le daba muestras concretas de su favor),
Cervantes escribió a
un ritmo imparable: las Novelas ejemplares vieron la luz en 1613; el Viaje al Parnaso, en verso, en 1614. Ese mismo año lo sorprendió la
aparición, en Tarragona, de una segunda parte espuria del Quijote escrita por un tal Avellaneda, que se proclamó auténtica
continuación de las aventuras del hidalgo. Así, enfermo y urgido, y mientras preparaba la publicación de las Ocho comedias y ocho
entremeses nuevos nunca representados (1615), acabó la segunda parte del Quijote, que se imprimiría en el curso del mismo año.
A principios de 1616 estaba terminando una novela de aventuras en estilo bizantino: Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
El 19 de abril recibió la
extremaunción y al día siguiente redactó la dedicatoria al conde de
Lemos, ofrenda que ha sido considerada como exquisita muestra
de su genio y conmovedora expresión autobiográfica: «Ayer me dieron la
extremaunción y hoy escribo ésta; el tiempo es
breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo esto, llevo
la vida sobre el deseo que tengo de vivir...».
Agonía de Cervantes (óleo de Eduardo Cano de la Peña)
Unos meses antes de su muerte, Cervantes había tenido una recompensa
moral por sus penurias e infortunios económicos: uno de los censores,
el licenciado Márquez Torres, le envió una recomendación en la que
relataba una conversación mantenida en febrero de 1615 con
notables caballeros del séquito del embajador francés: «Preguntáronme
muy por menor su edad, su profesión, calidad y
cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y
pobre, a que uno respondió estas formales palabras: "Pues ¿a
tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario
público?". Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento
y con mucha agudeza: "Si necesidad le ha de obligar a escribir, plaga a
Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él
pobre, haga rico a todo el mundo"».
En efecto, ya circulaban traducciones al inglés y al francés desde 1612, y puede decirse que Cervantes supo que con el Quijote creaba
una forma literaria nueva. Supo también que introducía el género de la novela corta en castellano con sus Novelas ejemplares
y
sin duda adivinaba los ilimitados alcances de la pareja de personajes
que había concebido. Sus contemporáneos, si bien reconocieron la viveza
de su ingenio, no vislumbraron la profundidad del descubrimiento del Quijote,
fundación misma de la novela moderna. Así, entre el
22 y el 23 de abril de 1616, murió en su casa de Madrid, asistido por su
esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito franciscano
y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las
trinitarias descalzas, en la entonces llamada calle de Cantarranas. A
principios de 2015,
un grupo de investigadores que se había propuesto localizar su tumba
encontró un ataúd con las iniciales "M.C.",
pero el examen de su contenido reveló que no podía ser el del escritor.
En marzo del mismo año, los estudiosos concluyeron que sus
restos mortales se hallaban en un enterramiento en el subsuelo de la
cripta, mezclados tras un traslado con los de otras dieciséis personas.
Las fuentes del arte de Cervantes como novelista son complejas: por
un lado, don Quijote y Sancho son parodia de los caballeros andantes y
sus escuderos;
por otro, en ellos mismos se exalta la fidelidad al honor y a la lucha
por los débiles. En el Quijote confluyen, pues, realismo y
fantasía,
meditación y reflexión sobre la literatura: los personajes discuten
sobre su propia entidad de personajes mientras las fronteras entre
delirio
y razón y entre ficción y realidad se borran una y otra vez. Pero el
derrotero de Cervantes, que asistió tanto a las glorias imperiales
de Lepanto como a las derrotas de la Invencible ante las costas de
Inglaterra, sólo conoció los sinsabores de la pobreza y las zozobras
ante
el poder. Al revés que su personaje, no pudo escapar nunca de su destino
de hidalgo, soldado y pobre.
Tomado de: Biografias y vidas
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miércoles, 10 de febrero de 2016
Biografía de Gabriel García Márquez
(Aracataca, Colombia, 1927 - México D.F., 2014) Novelista colombiano,
premio Nobel de Literatura en 1982 y uno de los grandes maestros de la
literatura universal. Gabriel García Márquez fue la figura fundamental
del llamado Boom de la literatura hispanoamericana, fenómeno
editorial que, en la década de 1960, dio proyección mundial a las
últimas hornadas de narradores del continente. En todos ellos era
palpable la superación
del realismo y una renovación de las técnicas narrativas que entroncaba
con la novela europea y estadounidense de entreguerras (Kafka, Joyce,
Proust, Faulkner); García Márquez sumó a ello su portentosa fantasía y
sus insuperables dotes de narrador, patentes en la obra
que representa la culminación del realismo mágico: Cien años de soledad (1967).
Gabriel García Márquez
Los años de su primera infancia en Aracataca marcarían decisivamente
su labor como escritor; la fabulosa riqueza de las tradiciones orales
transmitidas por sus abuelos nutrió buena parte de su obra. Afincado
desde muy joven en la capital de Colombia, Gabriel García Márquez
estudió derecho y periodismo en la Universidad Nacional e inició sus
primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.
A los veintiocho años publicó su primera novela, La hojarasca
(1955), en la que ya apuntaba algunos de los rasgos más
característicos de su obra de ficción. En este primer libro y algunas de
las novelas y cuentos que le siguieron empezaron a vislumbrarse
la aldea de Macondo y algunos personajes que configurarían Cien años de soledad, al tiempo que el autor hallaba en algunos creadores
estadounidenses, sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez
siguió de cerca la insurrección guerrillera cubana
hasta su triunfo en 1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces
en la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba.
Al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores, García Márquez
logró que una editorial argentina le publicase la que constituye
su obra maestra y una de las novelas más importantes de la literatura
universal del siglo XX, Cien años de soledad (1967).
Gabo en la época de Cien años (Barcelona, 1969)
Incubada durante casi veinte años y redactada en dieciocho meses, Cien años de soledad
recrea a través de la saga familiar
de los Buendía la
peripecia histórica de Macondo, aldea imaginaria fundada por los
primeros Buendía que es el trasunto de su localidad natal y, al mismo
tiempo, de su país y del continente. De perfecta estructura circular, la
novela alza un mundo propio, recreación mítica del mundo
real de Latinoamérica, de un modo que ha venido a llamarse «realismo
mágico» por el encuentro constante de lo real con motivos
y elementos fantásticos. Así, en el relato de la fundación del pueblo,
de su crecimiento, de su explotación por parte de una
compañía bananera estadounidense, de las revoluciones y
contrarrevoluciones subsiguientes y de la destrucción final de la aldea
(que
confluye con la extinción de la estirpe de sus fundadores, condenada
desde el principio a "cien años de soledad"), se entrelazan
con toda naturalidad sueños premonitorios, apariciones sobrenaturales,
pestes de insomnio, diluvios bíblicos y toda clase de sucesos mágicos,
todo ello narrado en una prosa riquísima, fluida y cautivadora que hacen
de la lectura un asombro y un placer inacabables.
Tras una temporada en París, Gabriel García Márquez se instaló en
Barcelona en 1969, donde entabló amistad con intelectuales
españoles, como Carlos Barral, y sudamericanos, como Mario Vargas Llosa.
Su estancia allí fue decisiva para la concreción de lo que
se conoció como el Boom de la literatura hispanoamericana, que supuso el descubrimiento internacional de los jóvenes y no tan jóvenes
narradores del continente: el peruano Mario Vargas Llosa, los argentinos Jorge Luis Borges y Julio
Cortázar y
los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, entre otros. En 1972 obtuvo el Premio Internacional de Novela Rómulo
Gallegos, y pocos años más tarde regresó a América Latina para residir alternativamente en Cartagena de Indias y en Ciudad
de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país.
Con anterioridad a Cien años de soledad, García Márquez había esbozado el mundo de Macondo en novelas como La
hojarasca (1955) y El coronel no tiene quien le escriba (1961), y también en colecciones de relatos como Los funerales de la Mamá Grande (1962).
Después de Cien años su narrativa, despojada en mayor o menor media de elementos fantásticos, mantuvo un altísimo
nivel; es el caso de novelas como El otoño del patriarca (1975), que somete a alucinante tratamiento el tema del dictador hispanoamericano; Crónica
de una muerte anunciada (1981), relato de un crimen de honor basado en sucesos reales que sobresale por su perfección constructiva
y ha sido considerado su segunda obra maestra; y El amor en los tiempos del cólera (1985), extraordinaria historia de un amor que, nacido
en la adolescencia, no llega a consumarse hasta 53 años después, ya en la vejez de los personajes.
Su prestigio literario, que en 1982 le valió el Premio Nobel de Literatura, le confirió autoridad para hacer oír su voz sobre la
vida política y social colombiana. Su actividad como periodista quedó recogida en Textos costeños (1981) y Entre cachacos (1983),
compendios de artículos publicados en la prensa escrita, y en Noticia de un secuestro, amplio reportaje novelado editado en 1996 que trata
de la dramática peripecia de nueve periodistas secuestrados por orden del narcotraficante Pablo Escobar. Relato de un náufrago,
reportaje sobre un caso real publicado en forma de novela en 1968,
constituye un brillante ejemplo de «nuevo realismo» y puso de manifiesto
su capacidad para cambiar de registro.
En el cine intervino en la redacción de numerosos guiones, a veces
adaptaciones de sus propias obras, y desde 1985 compartió, con el
cineasta
argentino Fernando Birri, la dirección de la Escuela Internacional de
Cine de La Habana. Entre su producción posterior cabe destacar una
novela
histórica en torno a Simón Bolívar, El general en su laberinto (1989); la colección de relatos Doce cuentos peregrinos (1992);
el volumen de memorias Vivir para contarla (2002), que cubre los primeros treinta años de su vida, y su última novela, Memorias
de mis putas tristes (2004), sobre el amor de un nonagenario periodista por una joven prostituta. Falleció en la ciudad de México en
2014, tras una recaída en el cáncer linfático que le había sido diagnosticado en 1999.
Tomado de: biografias y vidas
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Mito - Los Primeros Hombres (Mito Maya)
Los dioses quisieron crear nuevos seres capaces de hablar y de recolectar lo que la tierra podría ofrecerles. Pero estas nuevas criaturas debían ser capaces de rendir homenaje a sus creadores.
Es así que formaron el cuerpo del primer hombre con lodo. Lo modelaron con minuciosidad, sin olvidar ningún detalle.
Desgraciadamente, el resultado fue deplorable: sin dientes, los ojos vacíos, sin ninguna gracia, estos muñecos no podían mantenerse de pie y se desintegraban bajo el agua.
Sin embargo, el nuevo ser tenía el don de la palabra, una voz armoniosa, jamás oída en este mundo. Pero no tenía conciencia de lo que decía.
A pesar de todo, los dioses decidieron que estos seres frágiles vivirían. Deberían luchar para sobrevivir, multiplicarse y mejorar su especie, esperando que unos seres superiores no los reemplazaran.
Las nuevas criaturas fueron fabricadas en madera para que ellas pudieran marchar bien sobre la tierra.
Se unieron entre ellas y tuvieron hijos. Pero estos seres no tenían sentimientos. No podían comprender que debían su presencia sobre la tierra sólo a la voluntad de los dioses. Deambularon sin saber a dónde iban, tales muertos vivientes. Cuando hablaban no había ninguna emoción en sus voces. Vivieron muchos años hasta que los dioses decidieron condenarles a muerte: una lluvia de cenizas se abatió sobre estos seres imperfectos. Después el agua fluyó tanto que alcanzó las cimas de las montañas más elevadas. Todo fue destruido.
Los dioses crearon entonces nuevos seres. Pero ellos no correspondieron tampoco a sus esperanzas. El pájaro Xecot Covah les reventaba los ojos, mientras que el felino Cotzbalam los destripaba. Los sobrevivientes afrontaron las acusaciones de todos los seres y objetos que se creían sin alma: las piedras de moler, las marmitas, los cántaros, los perros, todos se quejaban de los malos tratos que habían recibido y amenazaban ahora a los hombres. Éstos tuvieron miedo, huyeron, subieron sobre los techos que se desplomaron. Entonces se refugiaron en los árboles. Pero las ramas se rompieron. Intentaron encontrar refugio en las grutas; pero las paredes se derrumbaron. Los pocos sobrevivientes se transformaron en monos. Es por eso que los monos son los únicos animales que evocan la forma de los primeros seres humanos de la tierra Quiché.
Entonces los dioses se reunieron una vez más a fin de crear un nuevo ser hecho de carne y hueso, y dotado de inteligencia. Esta vez se sirvieron del maíz; modelaron su cuerpo con esta pasta blanca y amarilla y les introdujeron pedazos de madera para que sean más rígidos. Rápidamente, los nuevos seres humanos hicieron prueba de inteligencia: comprendieron el mundo que los rodeaba. Estos seres se llamaban Balam Quitzé, Balam Acab, Ma Hucutah e Iqui Balam. Entonces los dioses interrogaron al primero de ellos:
- Habla en tu nombre y de los otros, y dinos cuáles son tus sentimientos. ¿Eres consciente de tus poderes?
Balam Quitzé les respondió:
- Ustedes nos han dado la vida y gracias a eso sabemos lo que sabemos, somos lo que somos; hablamos, marchamos y comprendemos lo que nos rodea. Sabemos ya dónde reposan los cuatro rincones del mundo, los cuales marcan los límites de todo lo que nos rodea.
Pero los dioses no apreciaron que los nuevos seres sepan tantas cosas. Faltaba que conocieran sólo una parte del mundo que los rodeaba. Sólo una parte de lo que existía les sería revelada y no deberían comprender todo. Faltaba limitar el campo de sus conocimientos a fin de reducir su orgullo. Sino sus hijos percibirían aún mejor las realidades del mundo hasta saber tanto como los dioses, y creerse dioses ellos mismos. Faltaba remediar este peligro que sería fatal para el orden fecundo de la creación. Entonces los dioses limitaron el campo de sus conocimientos.
A fin de que estos seres no estuviesen solos, los dioses crearon las mujeres. Durmieron a los hombres y ubicaron cerca de ellos a las mujeres. Cuando se despertaron, vieron con alegría lo bellas que eran. Para distinguirlas les dieron nombres que evocaban la lluvia según las estaciones. Las parejas se formaron y tuvieron hijos que comenzaron a poblar la tierra. Ciertos entre ellos eran más dotados que otros. Por esta razón los dioses los eligieron para que fueran Adoradores y Sacrificadores, sacerdotes en las funciones más elevadas. Los primeros seres engendrados eran tan bellos como su madre, tan fuertes como su padre y supieron adivinar el misterio de sus orígenes. Es así que Balam Quitzé y los otros ancianos fueron los generadores de los seres humanos que vivieron, se desarrollaron y formaron las tribus del Quiché. Estos primeros hombres se propagaron sobre la tierra, en la región del oriente.
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Mito - Los Primeros Hombres (Mito Maya)
Mito - Los hijos de piedra
En el comienzo todo era agua y tierra por todas partes. Entonces la madre creó a sus hijos. Ellos fueron mamas, sabios creadores.
El mundo era oscuro, sin luz, pero ya estaba mama Seukún, estaba antes de la luz y los hombres. Mama Seukún tenía un compañero llamado Kakaseránkua. Pero eran sólo dos y tenían que ser cuatro. Entonces llegaron Marmenataba y el mama Takinaka.
Ya eran cuatro mamas. Sólo hacía falta el ayudante y apareció Kuankubitamoya. El hizo de ayudante. Ahora los mamas ya podían crear.
Primero crearon la tierra plana, después los árboles y los animales, el agua, los ríos y las lagunas. Aún no había luz, la tierra era toda llana, planita, pero no había luz.
En esa época Sol y Luna eran dos niños pequeñitos y vivían escondidos jugando en una cueva. Por eso, antes que ellos alumbraran todo, los mamas crearon el cocuyo. Pero el brillo del cocuyo era muy tenue y no sirvió. Los mamas estaban pensando cómo hacer buena luz y cuando vieron a Sol y Luna crearon la luz con esos dos hermanitos.
Ahora debían crear un hombre y una mujer. Solo tenían una piedra, y de esa piedra crearon el hombre y la mujer, así como son ahora. Pero esos primeros abuelos comenzaron a propagarse hasta que se llenó el mundo. Los mamas ya no pudieron aguantar. Se reunieron y llamaron al agua. El agua creció y creció y todos se taparon. Sólo el cerro Yuichúchu quedó descubierto. Allí se refugiaron un hombre y una mujer y los animales.
Con la inundación se formaron los cuatro cerros que son los cuatro lados de Yuichúchu.
En el cerro Inarua quedaron las semillas de maíz y de esas semillas nacieron los demás hombres.
Mito Arhuaco.
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Mito - Los hijos de piedra
Mito - La Creación del Mundo (Mito Maya)
Antiguamente, no había sobre la tierra ningún hombre, ningún animal, ni árboles, ni piedras. No había nada. Esto no era más que una vasta extensión desolada y sin límites, recubierta por las aguas. En el silencio de las tinieblas vivían los dioses Tepeu, Gucumats y Huracán. Hablaban entre ellos y se pusieron de acuerdo sobre lo que debían hacer. Hicieron surgir la luz que iluminó por primera vez la tierra. Después el mar se retiró, dejando aparecer las tierras que podrían ser cultivadas, donde los árboles y las flores crecieron. Dulces perfumes se elevaron de las selvas nuevas creadas.
Los dioses se regocijaron de esta creación. Pero pensaron que los árboles no debían quedar sin guardianes ni servidores. Entonces ubicaron sobre las ramas y junto a los troncos toda suerte de animales, pero éstos permanecieron inmóviles hasta que los dioses les dieron órdenes:
-Tú, tu irás a beber en los ríos. Tú, tu dormirás en las grutas. Tú marcharás en cuatro patas y un día tu espalda servirá para llevar cargas. Tú, pájaro, vivirás en los árboles y volarás por los aires sin tener miedo de caer.
Los animales hicieron lo que se les había ordenado.
Los dioses pensaron que todos los seres vivientes debían ser sumisos en su entorno natural, pero no debían vivir en el silencio; porque el silencio es sinónimo de desolación y de muerte. Entonces les dieron la voz, pero los animales no supieron más que gritar, sin expresar ni una sola palabra inteligente.
Entristecidos, los dioses formaron consejo y después se dirigieron a los animales:
- Porque ustedes no han tenido conciencia de quiénes somos, serán condenados a vivir en el temor a los otros. Se devorarán los unos a los otros sin ninguna repugnancia. Escuchando eso, los animales intentaron hablar. Pero sólo gritos salieron de sus gargantas y sus hocicos.
Los animales se resignaron y aceptaron la sentencia: pronto serían perseguidos y sacrificados, sus carnes cocidas y devoradas por los seres más inteligentes que iban a nacer.
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Mito - La creación del mundo