Mario Vargas Llosa - Consejos a un joven novelista
- Sólo quien entra en literatura como se entra en religión, dispuesto      a dedicar a esa vocación su tiempo, su energía, su esfuerzo, está en      condiciones de llegar a ser verdaderamente un escritor y escribir una obra      que lo trascienda. 
 - No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables      novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se      fue gestando a base de constancia y convicción. 
 - La literatura es lo mejor que se ha inventado para defenderse      contra el infortunio. 
 - En toda ficción, aun en la de la imaginación más libérrima, es      posible rastrear un punto de partida, una semilla íntima, visceralmente      ligado a una suma de vivencias de quien la fraguó. Me atrevo a sostener      que no hay excepciones a esta regla y que, por lo tanto, la invención      químicamente pura no existe en el dominio literario. 
 - La ficción es, por definición, una impostura -una realidad que no      es y sin embargo finge serlo- y toda novela es una mentira que se hace      pasar por verdad, una creación cuyo poder de persuasión depende      exclusivamente del empleo eficaz de unas técnicas de ilusionismo y      prestidigitación semejantes a las de los magos de los circos o teatros. 
 - En esto consiste la autenticidad o sinceridad del novelista: en      aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus fuerzas. 
 - El novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito      lo estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una manera      racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el éxito, es      inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea también un mal      novelista (aunque alcance el éxito: las listas de bestsellers están llenas      de muy malos novelistas). 
 - La mala novela que carece de poder de persuasión, o lo tiene muy      débil, no nos convence de la verdad de la mentira que nos cuenta. 
 - La historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el      lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia      finja exitosamente ser genuina y vivir. 
 - La sinceridad o insinceridad no es, en literatura, un asunto ético      sino estético. 
 - La literatura es puro artificio, pero la gran literatura consigue      disimularlo y la mediocre lo delata. 
 - Para contar por escrito una historia, todo novelista inventa a un      narrador, su representante o plenipotenciario en la ficción, él mismo una      ficción, pues, como los otros personajes a los que va a contar, está hecho      de palabras y sólo vive por y para esa novela. 
 - El de las novelas es un tiempo construido a partir del tiempo      psicológico, no del cronológico, un tiempo subjetivo al que la artesanía      del novelista da apariencia de objetividad, consiguiendo de este modo que      su novela tome distancia y diferencie del mundo real. 
 - Lo importante es saber que en toda novela hay un punto de vista      espacial, otro temporal y otro de nivel de realidad, y que, aunque muchas      veces no sea muy notorio, los tres son esencialmente autónomos, diferentes      uno de otro, y que de la manera como ellos se armonizan y combinan resulta      aquella coherencia interna que es el poder de persuasión de una novela. 
 - Si un novelista, a la hora de contar una historia, no se impone      ciertos límites (es decir, si no se resigna a esconder ciertos datos), la      historia que cuenta no tendría principio ni fin. 
 
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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